Tuesday, October 16, 2007

CINE: FITO PÁEZ Y DADY BRIEVA, LOS DIRECTORES MENOS PENSADOS
EL MÚSICO Y EL COMEDIANTE APORTAN FRESCURA A UN PANORAMA CINEMATOGRÁFICO ADUSTO
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Cuando Fito Páez hizo su primera película, además de meterse con un tema peliagudo, se atrevió a hacer algo al parecer mucho más cuestionable: dirigir un film. En buena parte de las críticas que en su momento cosechó Vidas privadas (2001) se leía algo que no tenía que ver con la película, con sus aciertos o con sus problemas, que allí estaban, a la vista; se le facturaba al músico (solapada, mezquinamente) el hecho de ser un extranjero, un intruso, un atrevido, como si de atrevimientos no estuviesen hechos muchos momentos deslumbrantes de la historia del cine.

La misma corporación (algo pacata, bastante miope, tremendamente aferrada a su lugarcito) debe de haber pensado lo peor cuando tiempo atrás se anunció no solo que Dady Brieva (sí, Dady Brieva, del conjunto de humor de balneario Midachi) iba a dirigir una película sino que, además, dicho film iba a llevar el título de Putos eran los de antes . Brieva, en efecto, codirigió la película con Gerardo Vallina, pero finalmente decidió llegar a la cartelera con un título menos estridente o más acorde con los gustos del conservadurismo que maneja el negocio del cine: Más que un hombre .

Lejos de replegarse, con ¿De quién es el portaligas? , su segundo film, Páez se juega a una comedia acelerada hasta lo irresponsable, que podría ser leída como su propia búsqueda del tiempo perdido (seguro en la vida, acaso también en el cine: percibir un aroma y recordar y filmar y seguir recordando). El cambio de registro es brutal, el de humor también: ¿De quién es el portaligas? evoca el Rosario de la década del 80 desde la actitud vital, cotidiana y nocturna de una época en la que (Páez dixit ) cada persona era director de arte de su propia vida. Páez cita a Almodóvar en obvio mood homenaje, pero no es ese el único nombre de su bestiario que obtiene en la pantalla un lugar de privilegio: por la película desfila una larga lista que va desde Fontanarrosa hasta Sergio Leone y que habla de un ímpetu y una generosidad poco comunes.

Brieva y Vallina se embarcaron en una historia de amor gay ambientada en tiempos de la dictadura militar, en la que un modisto de pueblo se enamora de un militante político al que de manera bastante fortuita termina escondiendo en su casa. Más que un hombre es una película que cuenta lo que tiene que contar sin prejuicios de ningún tipo, se concentra más en el relato que en el qué dirán y cuida y quiere a sus personajes. Además, todo lo hace sin pensar siquiera en la existencia de la corrección política y aun así logra ubicarse más cerca de El beso de la mujer araña que de Midachi.

La película de Brieva se estrena a comienzos de octubre y el segundo film de Páez, que también tiene su buena dosis de bulla incluida en el título, acaba de llegar a los cines argentinos. ¿Y saben qué? Son dos de las más agradables sorpresas (en el sentido más cabal del lugar común) que ha dado el cine local en los últimos tiempos. ¿Son grandes películas? ¿Se asoman de alguna manera a la posibilidad de ser perfectas? ¿Se pretenden importantes? No, más bien todo lo contrario: son chiquitas, desfachatadas y anómalas. Y ahí (justo ahí) reside ese encanto que irradian.

Por Marcelo Panozzo
Fuente: Revista "ADN Cultura" diario "La Nacion"
Más información: www.lanacion.com

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